lunes, noviembre 06, 2006

Realmente me cae mal

En la niñez, hay una etapa donde se es, cómo decirlo, realmente jodido, espeso, quaker (¿se usa esa palabra todavía?). Es verdad, se quiere copiar las costumbres, frases, poses de lo adultos, pero sin tino, sin acierto. Esta etapa es pasajera (casi siempre lo es).

En la foto aparecen dos actores, niños aún, los chacaloncitos. El más conocido es Johan Mendoza, tuve la mala suerte de cruzarme con él en un par de ocasiones, es terrible ese niño, como cualquiera de su edad, busca el protagonismo, la cámara, las miradas. Él tiene todo eso, es feliz. Pero necesita más. A veces dudo que todo aquello nazca de él, sino creo que mucho lo aprendió de su padre, no porque el señor sea así, sino porque se lo ha inculcado, para tener el éxito que nunca tuvo.

En resumen, Johan me cae mal, es un dedo, incluso me miró medio receloso cuando vio, en la presentación de su última miniserie, que era el único que no le tomaba fotos, no lo llamaba para que mirara la cámara ni siquiera le hice caso. La verdad no me es -ni ahora y espero nunca- importante tomarle una declaración a ese chiquito, que a decir verdad, al parecer anda medio crecido, según leí en la prensa farandulera.

El otro niño es entrenado para lo mismo, para sonreir, para hacerle gestos a la cámara, para llamar la atención. Ese es el showbusiness, ¿no? Los padres los promocionan, se acercan a la prensa y preguntan de dónde eres, indagan si saldrá la foto, te cuentan de sus hijos, y más. No está mal, incluso, el padre del menor de los chacaloncitos, me dio cierta lástima. Al parecer tiene mucha esperanza en su hijo. Ojalá no lo obligue a seguir sueños que no son suyos.
Realmente me cae mal ese niño.

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